segunda-feira, 6 de agosto de 2012

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Hoy se cumplen 67 años de un hecho ya casi olvidado, donde el hombre cometió uno de los peores crímenes de la historia del planeta.
Hiroshima
y Nagasaki.

¿Es posible olvidar aquellos “fuegos artificiales”?


Mientras que el holocausto de los judíos durante la segunda guerra, cierra el siglo XX mostrando aún las contradicciones del siglo XIX, el espectáculo de
Hiroshima marca el inicio de la guerra del siglo XXI.

Los campos de concentración nazistas, tenían métodos antiguos, como aquellos enormes hornos usados a comienzos de la revolución industrial. Pero en
Hiroshima se inaugura la guerra tecnológica, virtual, aséptica.
La extinción en masa de los japoneses en un huracán de fuego radioactivo, hizo en un minuto el trabajo de años del nazismo.
140.000 personas fueron asesinadas en segundos, y si le sumamos la bomba de Nasasaki (3 días después) pasan largo las 200.000.

Lo que más impresiona
de estas bombas atómicas, es su eficiencia. Fue una muerte “fast”, “clean”...una muerte de pronta entrega.
Las bombas americanas, fueron una victoria de la ciencia.
Hiroshima
y Nagasaki dan comienzo a la guerra “limpia”. Desde lo alto. Pre configurando la Guerra del Golfo, Afganistán, Irak II...

Los nazistas eran locos. Mataban en nombre de un ideal sicótico. Estético. De reformar la humanidad para un padrón ariano. Las bombas americanas fueron lanzadas “en nombre de la razón”. Si señor, eso mismo. ¿Da para creer?


En cuanto los burócratas nazistas contaban los dientes de oro arrancados a los cadáveres, la bomba atómica fue rápida y eficiente como un detergente, como un mata cucarachas.

La destrucción de Hiroshima y Nagasaki, fueron totalmente desnecesarias militarmente. Japón ya estaba de rodillas. Una de las razones reales era que el presidente y los halcones de esa época, querían experimentar el nuevo juguete.
El presidente Truman hablaba de la bomba, como hablaría un adolescente: “Uauuuuu... es el más fantástico aparato de destrucción jamás inventado. En el test, hizo que una torre de 60 mts. de acero, se derritiera como un helado caliente”.

Además los americanos querían vengarse del mismo modo, del ataque sorpresa que habían sufrido tres años antes en Pearl Harbord.

Pero sobre todo, los estadounidenses querían intimidar a la Unión Soviética, pues comenzaba una nueva guerra. La guerra fría.
Además claro, querían exhibir para el mundo un show maravilloso de potencia, sonido y luz. Una súper producción hollywoodiana de muerte, a color y en cinemascope.

El holocausto ensució para siempre el nombre de los alemanes por más que ahora se golpeen el pecho. Pero
Hiroshima, suena casi como una...catástrofe natural...inevitable.
Increíble, no?

El avión que lanzó la bomba sobre
Hiroshima, tenía el nombre de la madre (que lo parió) del piloto en el fuselaje: Enola Gay. Qué tierno, verdad?
Ese gesto de “cariño”, bautizó de fuego y radiación a 140.000 personas.
Esta fue la madre de todas las bombas, que parió un feto del demonio.

Hiroshima
no puede ser olvidada.
Fue el peor lado de la locura americana.


No sé si hago bien en recordar cosas “del pasado-pisado”.

Hay tantos queriendo borrar de la historia -y de las memorias de las personas-, este pasaje aciago, como también la derrota en Vietnam.
En cambio les aseguro, que el famoso 11 de Septiembre y sus torres gemelas, ese sí permanecerá por los siglos de los siglos, alimentada y llorada por una campaña de los medios de información con amnesias parciales.

Estos muchachos del norte....que inquietos, no?

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Um comentário:

Anônimo disse...

Suele pasar que quien gana "borra"... pero para eso se inventó la historia, para no olvidar los sucesos que de verdad ocurrieron y el cómo ocurrieron.
Las bombas atómicas se podían haber tirado sobre el mar, o alejadas de la población civil, o en un desierto, o ¡valla usted a saber! pero nunca sobre las cabezas de inocentes que nada tenían que ver con la historia de la guerra.
La historia no debe olvidarse ni "reinventarse" moda muy extendida en estos tiempos.


Zampónimo

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