domingo, 15 de abril de 2012

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Exactamente a las 23 horas, 56 minutos y 31 segundos horario de Brasilia, del 16 de Julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong terminó de descender los nueve escalones del módulo lunar Eagle y dejó sobre la superficie de la luna, la huella de su bota del pié derecho.

Ni todo el mundo se acuerda como era la figura de Neil Armstrong, pero de los tres astronautas de la misión Apolo XI si alguien consigue ser recordado, es él.
Recordar el nombre de los otros dos, es cosa de quien tiene muy, pero muy buena memoria. Máximo para los que todavía no habíamos nacido.

Lo que poca gente sabe, es que Armstrong fue el primero a pisar la Luna por dos motivos:
El primero y el más conocido, es que él era el Jefe de aquella misión espacial
El segundo motivo era que de aquellos tres astronautas, Neil Armstrong era –técnicamente hablando- el menos necesario.

El segundo hombre a pisar la Luna, Edwin F. Aldrin solo descendió después que Armstrong garantizó que todo estaba bien, porque Aldrin era el piloto del módulo
Si él hubiera descendido primero y alguna cosa hubiera dado errada, Armstrong no conseguiría levantar vuelo.

El tercer astronauta, que permaneció rotando en el espacio (Michael Collins) era en verdad, el más importante de los tres. Él era el único que conseguiría pilotear la nave espacial de vuelta a la Tierra. Por eso mismo, quedó en órbita, allá arriba, esperando al Jefe y a su compañero.
  Aún más de 40 años después de la llegada del hombre a la Luna, continúa siendo un buen ejemplo de lo que es el mundo empresarial moderno.

No interesa que el funcionario sea extremadamente bien calificado. ni que ejecute con perfección las tareas. Porque al final de cuentas; quien acaba por llevarse toda la gloria....es el jefe!

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