domingo, 19 de fevereiro de 2012

Sacrificarse, para masificarse.





Hace unos años conocí a Ricardo, una persona que tenía una profesión que muchos van encontrar extraña: Modelo de Dedos.
Muchas propagandas en fotos de revistas, diarios o en televisión, muestran un dedo. Un pulgar apuntando para arriba en gesto de aprobación, o dos dedos asegurando una tarjeta de crédito, o tres dedos agarrando una copa de champagne o de cerveza.
La mayoría de esos dedos, eran de Ricardo.
El ni aparecía en el comercial, porque tiene un rostro normal, y un cuerpo que no encaja en los padrones de belleza publicitaria. Pero los “magos” de la publicidad opinaban que él tenía los dedos perfectos!
Ricardo ganaba súper bien, exhibiendo sus uñas y sus falangetas.

Ya en el negocio de perfumes, existe una profesión llamada Aromista. Un
Aromista, es alguien que tiene un olfato excepcional. Consigue distinguir cerca de 15.000 aromas diferentes, mientras que una nariz normal como la nuestra, no llega a distinguir ni un tercio de eso. Como no existe un máquina capaz de hacer ese trabajo, el Aromista es uno de los trabajos más bien pagos en la industria del perfume. Llegando a ganar más que su gerente.
Un afinador de pianos, es alguien que tiene un oído fuera de lo común. Un catador, es alguien que tiene un paladar muy por arriba de la media.

La historia de todas esas personas, nos muestran que solo fueron a descubrir que tenían una habilidad única, por pura casualidad.
En modo general, cada uno de nosotros tenemos una de esas u otras habilidades únicas. Solo que está escondida. Esperando ser descubierta. Pero casi nunca lo es, porque la mayoría de las personas se concentran en estudiar y hacer, lo que todas las personas estudian y hacen.

En un mercado de trabajo competitivo, difícil, complicado, saturado de ofertas y con pocas demandas, es hasta irónico pensar que muchas personas que pueden ser diferentes, están gastando mucho dinero en cursos y haciendo grandes esfuerzos, para ser...

Apenas iguales!

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Um comentário:

Anônimo disse...

Normalmente, y esto es de mi cosecha propia, cuando alguien destaca en algo por ser diferente, no es esa diferencia la que choca o produce rechazo en los demás. Lo que produce rechazo es el miedo. ¡Puro miedo! a que la diferencia en el otro nos opaque a nosotros en nuestra vulgaridad.
Por eso en vulgar tiene una cualidad muy especial: Un radar que detecta al diferente.
Cuando suena la alarma porque el "radar" ha detectado algo inusual, se ponen en marcha todas las fuerzas de la naturaleza. Los normales olvidan sus diferencias y hacen causa común para destrozar al "raro". No pueden demorarse en su acoso y derribo, porque en esta lucha el tiempo siempre corre en su contra.
El que es raro o distinto, lo sabe, y sabe que su superioridad u originalidad, más tarde o más tempreno va a imponerse a la mediocridad. Por eso yo aconsejo a los "distintos" no ceder al chantaje de los normales a las primeras de cambio. Cuando más tiempo se aguante su ataque más débiles se van haciendo...


...supongo.




Otro beijo


Z ("Z" de Zorro)

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