-¡AAAAAAAAAA! – gritó, como para despejar su mente de disquisiciones superfluas.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó también el monstruo, aterrorizado ante la presión de la hoja de acero contra su garganta.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó la madre, tratando de ahuyentar el impulso de cortar ese cuello sin más demora. La tentación era fuerte, pero no podía ceder ante ella así como así, sin estar completamente segura de que estaría haciendo lo correcto.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó el monstruo, para atemorizar a su agresora.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó ella, mostrándole que no era fácil de intimidar.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó él, agobiado por la impotencia. Cuatro vueltas de alambre de púa mantenían sus piernas y sus brazos fijos las unas contra los otros.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó la madre, queriendo infundirse ánimos para asestar la puñalada fatal.
-¡AAAAAAAAAA! – grito el monstruo, tratando de impostar la voz y de imprimirle vibrato, como para apelar a la sensibilidad musical de la mamá.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó esta, queriendo acallarlo.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó él, sumido en la desesperación de no saber ya que hacer.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó ella, para ver si repitiendo lo que decía su hijo podía entenderlo mejor.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó el, pensando que si hasta ahora el gritar así lo había mantenido a salvo del avance de la cuchilla, lo mejor que podía hacer era seguir gritando.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó ella, sin razón aparente, y quizá solo porque era su turno.
-¡AAAAAAAAAA! – gritó él, y este grito sonó como una amenaza de que la próxima vez gritaría mas fuerte.
Bien niños, eso es todo por hoy. Mañana estudiaremos la letra “b”.
Autor: Leo Masliah
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