sexta-feira, 24 de agosto de 2012

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No queda otra que reconocer que la cosa está mudando, y muy rápido. 
Hoy ninguna mujer se siente avergonzada de poner en el carrito de compras del supermercado, preservativos masculinos. No hace mucho, los hombres no los compraban en farmacias atendidas solo por mujeres.
 
Ni que hablar sobre la aparición de los clubes de intercambio de parejas. El “ménaje à trois”y otras cosillas, ya son actos practicados sin los tapujos y secretos como antiguamente.

Estamos en la era de la internet, todo es de prisa, la oferta de sexo a aumentado en forma geométrica, sin embargo....sin embargo... Los conceptos sobre la infidelidad permanecen arraigados.
Las culturas y tradiciones de los pueblos, demoran muchísimo más tiempo en adecuarse.

Pese a que el famoso “no cometerás adulterio” y el “...no codiciarás la mujer de tu prójimo” siguen vigentes, cada vez menos personas le dan bola. También debe ser, por la pérdida de temor al lo terrible del Infierno!!!

Una cosa que está muy difícil de desarraigar, y es la famosa actitud de que el hombre puede, y la mujer no debe.

La historia sobre la infidelidad tiene ribetes tragicómicos. Los castigos a los “cornudos” tenían características burlescas, en cuanto la punición de la mujer adúltera, figura entre una de las peores crueldades practicadas a lo largo de la historia.
Pero no digo esto remontándome al pasado lejano. Hasta hace poco en China eran fusiladas. En algunos países musulmanes, hoy en día son muertas por lapidación.

En el Código Civil Brasileiro de 1916, se criminalizaba el adulterio. La adúltera además de perder la custodia de sus hijos, podía ir presa hasta un año. ¿Y saben cuando se mudó ese artículo? Recién en el 2003.

Allá por el siglo XVII en Portugal, se colocaba un par de cuernos en la puerta de casa como muestra de que el hombre estaba siendo engañado por su mujer. La ley exigía que el hombre fuera “coronado” hasta que matara su mujer para lavar la deshonra. Si el pobrecito la perdonaba, debía salir a la calle, luciendo un hermoso par de guampas como sombrero.

No he tenido tiempo de buscar en la Internet, cuales han sido los castigos a que se sometían los hombres adúlteros a través de la historia. Pero dudo mucho encontrar algo.

El peor castigo que he presenciado hasta ahora, es hacer el ridículo tipo Bill Clinton, T. Woods, el de The Late Show (que no me acuerdo el nombre),
Tom Cruise, y tantos otros, pidiendo disculpas frente a la prensa.

Ahora...yéndome del tema pero sin irme, el que más gracia me causó, fueron las disculpas públicas de Jimmy Swaggart, aquel pastor evangélico de la tv americana que lo pescaron “confesando” una prostituta en un hotel.  Fue realmente dantesco. Lloraba él, sus acólitos, los hombres de las cámaras. Todo un histerismo colectivo jajajajajajj

Los hombres disculpándose públicamente, nos brindan un patético show de hipocresía y mal gusto.


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