domingo, 1 de abril de 2012

 



No sé si las damas que entran a este blog concuerdan conmigo.
Para mi no hay nada más sexy que las amígdalas de un hombre.
Yo quiero que ellos lo sepan y me las exhiban sin miedo, sin tabúes y sin restricciones. Los adoro cuando caminan bostezando, sin poner la mano frente a la boca.

Todos los días, independiente de raza, credo, atributos físicos o nivel socio económico, me cruzo con estos hipopótamos que por 10 o 15 efímeros segundos, me permiten observar su zona amigdalítica y hasta esofagal. Así como también algunas emplomaduras en las muelas, que nos muestran que son hombres terrenales, y no distantes y utópicos Adonis.

Ahora....lo máximo:

¿Y si dentro de esa cavidad divisamos un chiclets, todo desfibrado y descolorido?

Y lo máximo de lo máximo:

¿Y si el masticado se hace audible, aún desde el otro lado de una transitada avenida?

Y lo orgásmico:

¿Y si todo eso es acompañado de los sutiles plop, plop, de los globitos explotando?

Hablando en serio... Señores, ustedes no se sorprendan si alguna mujer se arrodilla a vuestros pies y los transforma en ídolos.
Si fuera yo, les aviso con anticipación:

No les va a ser fácil limpiarse el vómito de los zapatos, ta?

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