segunda-feira, 16 de abril de 2012

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Carlos Drummond de Andrade (1902 - 1987) Poeta brasilero como hay pocos. Lo adoro. Debo saber y sentir más de 20 poemas de memoria, que por respeto a él no se los seudo traduzco.

Este es uno de los tantos monumentos que hay en la ciudad, en homenaje a su pasaje por la vida y lo que nos legó.
Está en Copacabana, justo donde él gustaba de sentarse para encontrarse con las musas (y las mozas, ya que dicen que era un maestro en el arte de la seducción).

En el banco dice: “No mar estava escrita uma cidade” (En el mar, estaba escrito una ciudad).

Rio tiene cosas que solo viviendo aquí, daría para entenderlas. Será la idiosincrasia del Carioca, que nos lleva a hacer cosas que las vemos como normales, pero que para el que viene de afuera, las encuentra como mínimo “raras”.




 Cuantas veces yo también me senté a recitarle sus versos. A contarle que lo queremos y lo recordamos, aunque –como en mi caso- solo hayamos conocido sus escritos.
Cuantos se ponen a contarles sus problemas, tristezas o alegrías. Gente que llevan sus hijos o su novia, para hacer las presentaciones de rigor.

Rio de Janeiro es lindo.

La gente lo hace más lindo aún.
Pese a yo no ser Carioca sino Paulista, me siento como tal.
Es posible que a los que me encuentran “diferente” (los educados), esté aquí la causa.

Rio no es para visitarlo. Es para vivirlo.

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