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Cuando era estudiante, recuerdo que un profesor nos habló sobre el “Síndrome del sapo hervido” en las empresas, y por suerte nunca lo olvidé.

Hay una experiencia muy interesante con ese animalito, que consiste en ponerlo en una olla con agua de su hábitat (aviso que nunca hice la prueba, pobechito, pero es verídico) y ponerla en una cocina, con el fuego bien lento. Si él quisiera, el recipiente le permitiría saltar fuera, pero extrañamente no lo hace.

 El agua comenzará a calentarse y calentarse hasta hervir, y el sapo morirá cocinado, sin darse cuenta. Estos animalitos tienen un problema serio: ellos no sienten las variaciones lentas de temperatura.

Si hacemos de forma diferente, por ejemplo poner el sapo en la olla con el agua ya caliente, inmediatamente saltará fuera. Quedará medio quemadito…pero vivo!

Hasta hace pocos días, participaba en un foro donde había muchos “sapos hervidos”. 

No percibían las mudanzas que de forma gradual acontecían, y que lo han transformado en un lugar violento, donde el discrepar con algunos, ya era motivo para epítetos groseros y destemplados. Tan lento fue el degradé, que muchos lo ven hasta normal, que ni cuenta se dan de las cosas que tienen que soportar, para estar dentro de la olla. 

Otros que más o menos se dan cuenta de la situación, se acomodan en silencio, inmóviles, y esperan que alguien resuelva el problema por ellos.

Muy triste cuando un par de inadaptados, perjudican toda una colectividad.

Yo no soy sapa, y varias veces salté fuera de la olla cuando la temperatura se hacía desagradable.

Ojalá baje unos grados, y se pueda volver a disfrutar y compartir momentos agradables. Hasta que eso suceda, me limitaré a escuchar de lejos el croar.

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